Nuestras mascotas también envejecen
Sí, y lo hacen mucho antes de lo que nos gustaría…No podemos establecer una edad concreta en la que un perro o gato pasa a ser un animal senior, porque el envejecimiento es un proceso lento y progresivo que comienza desde el nacimiento.
Además, especialmente entre los perros, existen grandes variaciones de tamaño entre las diferentes razas, que conllevan diferencias metabólicas que hacen que aquellos de raza mayor lleguen a la edad senil antes que los de raza más pequeña. Asimismo, los gatos envejecen a un ritmo similar al de los perros pequeños o incluso algo más lento.
De forma general, nuestras mascotas pueden considerarse sénior a partir de los 8 años de edad
Aunque no todos los cambios de envejecimiento serán perceptibles a nuestros ojos y ni siquiera detectables en las diferentes revisiones médicas veterinarias, a partir de estas edades se produce ya una disminución importante en la capacidad funcional de ciertos órganos, incluso en las mascotas más longevas.
Existen dietas, medicaciones, pautas de manejo, entre otras, que pueden ayudar a ralentizar la velocidad de envejecimiento de nuestras mascotas, mejorando asimismo su calidad de vida durante esta última etapa. Por eso, debemos estar atentos a los señales de envejecimiento de nuestros peludos y pedir consejo a nuestro veterinario en caso de detectarlas.
Signos de envejecimiento:
Cambios en el apetito / Capacidad de ingestión de alimentos: tanto disminución o aparición de apetito caprichoso como aumento del mismo. También cambios en el aliento, color de los dientes o capacidad de prensión y masticación de los alimentos. Desviación de su peso-condición corporal respecto a los valores óptimos: tanto adelgazamiento como aumento de peso.
Aumentos del consumo de agua y/o de la cantidad de orina, acompañados con frecuencia también de cambios en el color o densidad de ésta.
Estreñimiento o incontinencia urinaria, que predisponen a aparición de infecciones en la zona genitourinaria por humedad y falta de higiene.
Pérdida de la calidad del pelaje, el cual se vuelve más áspero y menos brillante.
Pérdida en la capacidad sensorial, principalmente en la visión y el oído, que puede hacer que se vuelvan más dependientes y asustadizos y al mismo tiempo tiendan a interactuar menos con su entorno.
Disminución de la agilidad e intolerancia en el ejercicio: con movimientos más lentos y dubitativos, aparición de cojeras leves o rechazo a subir a lugares más altos de su entorno, cuando antes sí lo hacían. Aparición o aumento de la intensidad y frecuencia de tos, por procesos degenerativos que afectan también a sus sistemas cardiovascular y respiratorio.
Alteración en la capacidad cognitiva, que se manifiesta con cambios en los patrones del sueño o la conducta; apareciendo comportamientos de deambulación nocturna, acompañados a veces de maullidos o ladridos, pérdida de hábitos higiénicos… Por lo general, tienden a hacerse más dependientes de sus dueños, pero otros individuos sin embargo se aíslan más.
Nuestra recomendación…
Muchos de estos signos de envejecimiento, son también signos de enfermedad asociados o no al envejecimiento, por eso, es importante consultar a nuestro veterinario para que nos ayude, mediante la realización de diferentes pruebas diagnósticas (análisis de sangre y orina, radiografías, ecografías…) a determinar si nuestro mejor amigo está envejeciendo de forma normal y saludable o por el contrario puede estar empezando a padecer alguna enfermedad que pueda necesitar una dieta y tratamiento específico, así como un seguimiento veterinario más estrecho.